Antes de venir a vivir aquí, nunca habría imaginado que Viena fuera una ciudad tan viva. No sólo tiene actividades y festivales y puestecillos por doquier y cada fin de semana, sino que también es una ciudad pensada para familias con hijos. El mejor ejemplo que puedo poner, más allá de las ayudas económicas, es la red de metro: cada estación de metro tiene su ascensor. Pero vamos a lo que vamos.
El otro día quedamos un grupete de mamás españolas con sus respectivos retoños. La primera opción fue ir a tomar un "punsch" a los ya inaugurados mercados de Navidad, pero como aquí ya es invierno, el frío y el chirimiri nos empujó a meternos en un bar.
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