Volviendo al curso de alemán, he de decir que han sido un par de meses intensos, pero muy divertidos. Gracias a Patricia en primer lugar (la profe) por su paciencia y por saber aguantarse la risa cuando intentábamos mantener una conversación más allá del "ja", "nein" o "ich auch". Y al resto. A Oleguer, Eugenia, Júlia, Montse y Andrés, por compartir dolores de cabeza, empanadas mentales y sonidos imposibles de reproducir (a ver quién es el listo que sabe pronunciar "sechsundsechzig" o "aufräumen" a la primera...). Porque jugar a la oca conjugando verbos puede llegar a ser hasta divertido y porque poner cara de póker nunca fue tan útil como cuando Patricia nos preguntaba si habíamos entendido el "hören Sie die Übung".
He de admitir que al principio tenía mis dudas sobre el alemán. Y al acabar el curso, todas esas dudas se han confirmado: es un idioma chungo. Pero no chungo de "bueno, estudiando un poco te puedes hacer entender". No. Es un idioma que requiere de tus ocho sentidos (olfato, vista, gusto, tacto, oído, interpretación, capacidad de inventiva y, como hemos visto antes, Pokerface). Pero supongo que poco a poco y recibiendo estímulos en alemán 24 horas al día, todo irá fluyendo algo más.
Encontré el curso navegando por la web del SOC, a una semana de que empezara, y justo eran fechas que me iban bien, del 23 de abril al 27 de junio. ¿Coincidencia? Yo creo que no... Y menos mal que al final decidí apuntarme porque si ya estoy nerviosa ahora, sin la mínima base de alemán que me ha dado el curso estaría histérica.
Also, Dankeschön Patricia! Und bis bald, Kameraden!
¡¡Felicidades!!
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