¡Qué rápido crecen! Los integrantes de la Chikipandi se hacen mayores... Nos conocimos que apenas los más pequeños tenían unos meses de vida y ya están cumpliendo los dos añitos. Como Galilea, que nos invitó a su cumpleaños hace un par de semanas.
Como notición-cotilleo, que sepáis que vamos a ampliar la pandilla porque este verano llegarán dos nuevos integrantes (no por mi parte, ¡¡¡que quede claro!!!). Y es que, como todo lo bueno en la vida, ¡había que celebrarlo!
Así que nos reunimos todos, que hacía tiempo que no coincidían todos los pekes juntos. Galilea (la cumpleañera), Luca, Ariadna, Valentina, Lola, Felix, Ceci e Irene aprovecharon primero el buen tiempo en el parque antes de ir a merendar a casa de Sara y Alex.
El punto de encuentro fue el Tigerpark, en el 8. Bezirk. Sin ser demasiado grande, sus 1.600 metros cuadrados son más que suficientes para que los pekes corran, se diviertan, salten y se llenen de arena hasta las orejas en su arenero.
Lo curioso de este parque es que se integra perfectamente con el entorno de calles y plazas tranquilas porque en realidad, el Tigerpark es un jardín en la azotea de un aparcamiento ubicado en el sitio de una antigua fábrica. Sí, sí, aquí aprovechan la mínima oportunidad para poner un parque, igualito que en España. ¡Me encanta esta ciudad!
Fue abierto en 1995 después de varios años de planificación y construcción, ya que zonas verdes como esta son joyas muy valoradas en el distrito 8, que dispone de muy pocas, y son muy frecuentadas por los residentes. A quién le interese, decir que hubo un concurso entre varios paisajistas y arquitectos y, al final, el primer premio fue para los arquitectos paisajistas vieneses María Auböck y Janos Kárász que trabajaron codo con codo con el arquitecto del garaje subterráneo, Rudolf Rollwagen.
Después de quemar energía, rebozarse en arena, entrar y salir de la casita o perseguirse entre plantas, llegó el momento de recobrar las fuerzas con una supermerienda en casa de la homenajeada. Las pekes bebieron zumos de sabores nuevos (¡cómo les gustó el de maracuyá!), comieron sándwiches y mini-napolitanas de chocolate y repitieron de pastel. ¡Cómo mola la comida de los cumples!
Después de soplar las velitas, Galilea abrió sus regalos. Creo que los abrió no porque quisiera, sino por la presión de su entorno. ¡Madre mía, que expectación!
Primero se respetó el espacio vital de Galilea para que pudiera abrir los regalos. |
Poco a poco el círculo se fue cerrando hacia los regalos... |
...hasta que la curiosidad pudo más. ¡Todas querían ver qué era! |
La verdad es que los enanos se lo pasaron genial. Lo toquetearon todo, jugaron con juguetes que no tienen en casa, desordenaron todo lo que pudieron, se rieron a carcajadas y se pegaron unas carreras por la casa que así durmieron luego, ¡como benditos! Así que, ¿cuando decís que es el siguiente cumple? ;)
Volviendo a casa en el autobús, ya tenían todos cara de cansaditos... |
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