Y a pesar de viajar con dos niñas pequeñas, Budapest es un destino asequible (asequible en el sentido monetario del término y asequible en cuanto a distancias)...
Para empezar, un poco de historia y datos curiosos. Budapest, capital de Hungría, se formó como tal tras la unión de dos ciudades. Una se llamaba Buda. ¿Adivináis como se llamaba la otra? Exacto, Pest. Buda es la parte de la ciudad que está en las colinas de un lado del Danubio, mientras que Pest es la parte llana al otro lado del río. La ciudad está unida por un total de 9 puentes, 7 para tráfico y peatones y 2 para uso exclusivo de trenes y tranvías.
Después del apunte histórico, uno práctico. Como nosotros íbamos con las dos pekes, decidimos alquilar un apartamento en lugar de ir a un hotel. El precio era similar, y tener cocina, dos baños, dos habitaciones... ayuda bastante con críos. Encontramos los Madison, super céntricos, muy bonitos y bien equipados (una tele enoooorme para poder seguir bien el Mundial). Aunque el patio interior y los vecinos daban un poco de miedito...
Una vez instalados, ¡a callejear! Lo mejor siempre suele ser dar un paseo por el centro. Así que nos fuimos por la Avenida Andrássy y nos topamos con la ópera, uno de los grandes edificios de ópera europeos con una de las mejores acústicas del mundo (o eso dice la Wikipedia...).
Después fuimos a visitar la Basílica de San Esteban, el templo religioso más grande de Budapest, con una cúpula que roza los 96 metros (como los del Parlamento) y que suele aparecer en todas las panorámicas de la ciudad (más o menos como pasa en Florencia...). Es un edificio de estilo neoclásico y caben cerca de 9000 fieles en su interior. ¡No está mal!
Además de edificios importantes, uno de los puntos con más vidilla de Pest es la Váci Utca, la calle comercial más importante y transitada de toda la ciudad. Que sea peatonal ayuda mucho a este movimiento constante de gente. Hay tantas tiendas como edificios, algunas con cierta solera y personalidad como Philantia, una floristería centenaria que se conserva en el número 9 de esta calle. Es de esa clase de tiendas con encanto a las que merece la pena visitar aunque no se tenga intención de comprar nada.
Otro de los días lo dedicamos a visitar Buda, la zona más señorial de Budapest. Para llegar hasta la cima cogimos el Funicular Budavári Sikló, aunque su precio es relativamente elevado, a Ariadna le hacía ilusión subir en el "tren pequeñito".
¿Y qué se hace arriba? Se pasea por los alrededores del Castillo de Buda, desde donde se obtienen unas de las mejores vistas de toda la ciudad. En el patio, además, se encuentra el Museo de Historia de Budapest.
Desde el castillo se va por Támok Utca hasta llegar a la Iglesia de Matías y el Bastión de los Pescadores, unas impresionantes terrazas neorrománicas de color blanco con torres que representan las siete tribus magiares. En la Iglesia de Matías, entre otros hechos históricos, se casó en 1494 el Rey Matías Corvino con Beatriz de Aragón (importante porque fue quien introdujo los mazapanes en Hungría y en Austria) y se coronaron 3 reyes húngaros, entre ellos Francisco José y Sisí emperatriz (que ya la siento como mía...).
La Gran Sinagoga de Budapest, conocida también como la Sinagoga de la Calle Dohány, es la mayor sinagoga en Eurasia y la segunda más grande del mundo, después de la Congregación Emanu-El de Nueva York. ¡Y había una cola para entrar! Así que decidimos hacer la foto por fuera, dar una vuelta para ver el patio y nos fuimos. Como veréis en la foto, la Gran Sinagoga de Budapest es bastante reconocible por sus dos torretas con cúpulas de cebolla.
Y bueno, a pesar de que Budapest es una ciudad "asequible", nos han quedado bastantes cosas por hacer. Así que habrá una segunda parte ¡seguro! ¿Quién se viene a la próxima?
¡Un besote a todos!
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