Viena, sede de la edición número 60 de Eurovisión, está sitiada. Hordas de "eurofans" llenan las calles de la capital austriaca. Y cuando se enteran de que su representante va a estar paseando en un lugar concreto, allá que van...
¿Pero es todo fruto de la casualidad?
Pues la verdad es que no. Desde la AESPA (Asociación de Españoles en Austria) pusieron un anuncio en el que hacían un llamamiento a todos los españoles que quisieran conocer a Edurne, fueran a la estatua de Mozart situada en el Burggarten.
Aprovecho la ocasión para introducir el dato cultural ;) Y es que este parque es patrimonio de la humanidad. Así que los admiradores de Mozart (y los de Edurne) peregrinan hasta la estatua de este genio de la música en el Burggarten, concebido según el estilo inglés, y que constituía los jardines privados del Emperador Francisco José I, marido de la emperatriz Sisi. En 1919, tres años después de su muerte, el Burggarten se convirtió en un espacio público.
La Chikipandi ajena al revuelo eurovisivo... |
A lo que íbamos, Edurne y su séquito de "eurofans". Lo dicho, visto el anuncio y sabiendo que iba a ser el único día con sol de toda la semana, allá que fuimos. En mi objetivo de manteneros informados de la vida de Viena, nos acercamos a ver qué se cocía. Y esto es lo que nos encontramos...
¿Os acordáis de OT? Pues la coreógrafa Míriam fue la encargada de mostrar una serie de pasos para que aquellos "eurofans" que quisieran darle la bienvenida a Edurne pudieran dar rienda suelta a su arte y poderío rítmico. Después de varios ensayos (unos 45 min), este es el resultado:
Y no sólo bailando. Edurne llegó montada en un fiaker, el típico coche de caballos, y le recibieron coreando la canción que nos representará, Amanecer (quien dice coreando, dice desafinando...).
Evidentemente, cuando llegó la cantante se desató la euforia. Todo el mundo quería una foto con ella y ella, ¡chapeau! Aguantó con una sonrisa y repartiendo besos a todo aquel que se le acercó. Muy guapa, muy cercana y muy amable, atendió a todo el mundo. Ahora sólo hace falta desearle suerte, porque con la canción espantosa que llevamos, la va a necesitar...
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