12.5.15

Vaya, vaya; en Wien sí hay playa...

Sí, sí, tal como lo lees. Cuando llega el buen tiempo a Viena, donde antes había una pista de hielo, ahora hay una playa... ¡Con pista de beachvoley incluída!


¿Que no te lo crees? Pues mira, mira...

Bienvenidos a SAND IN THE CITY, un oasis de 6.000 m² en medio de la capital austriaca. Situada al lado del Konzerthaus, cada año abre sus puertas gratuitamente para que los vieneses y turistas puedan disfrutar de la agradable sensación de la arena fina en los pies (aquí es cuando yo suelto un suspiro de añoranza de Barcelona, aunque allí no fuera prácticamente nunca a la playa...).



 
Al fondo, las pistas de voley playa.

De postureo "playil" en Viena...

800 toneladas de arena fina y palmeras, así como algunas áreas de agua y muchas zonas de relax, están disponibles para todo tipo de público (excepto para perros) desde finales de abril hasta principios de septiembre. Guiris, mamis con peques, ejecutivos al salir del trabajo, grupos de amigos, deportistas... Todos se juntan aquí para disfrutar del ambiente veraniego y la sensación de estar de vacaciones.


Otro grupete de mamis

Aún está vacío porque fuimos pronto, pero si no, siempre hay ambientillo.

La Chikipandi no iba a ser menos y allá que nos fuimos a que las peques jugaran en la arena.



 
Pero no sólo de arena y tumbonas vive el hombre. Además de las dos pistas de beachvoley y la transmisión en directo de eventos deportivos (la Champions de hoy y de mañana, por ejemplo), la oferta para tomar algo y comer es de lo más variada y apetecible. Trece gastro-stands con especialidades austriacas, italianas, mexicanas o griegas, entre otras, y cinco coctelerías abren sus puertas diariamente de 14.00 a 00.00h para ofrecer una velada completa a todo aquel que se acerque a relajarse y disfrutar de la playa. ¡Sólo faltan los vendedores de Cocacoooooola, Fantaaaaaaaa, Cocooooonut para sentirse como en España! (Que menos mal que aquí no están...)





Las peques gozaron mucho, y las mamis, más. Era la primera vez que Irene pisaba descalza la arena y, aunque al principio no le hizo mucha gracia, luego se lo pasó en grande con la pala y los moldes.




No me digáis que no parecen hermanas o primas... ¡Galilea e Irene se parecen un montón!










Pues ya véis que mal se vive en Viena  ;)  Sólo se echaba de menos poder ir a meter los pies al agua, pero eso se soluciona yendo al Danubio. Pero de las terracitas y restaurantes a orillas del Danubio hablaremos otro día, que ahora me voy a pedir un mojito...

¡Hasta la próxima! :)




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