17.6.15

EleGANTE, embriaGANTE, intriGANTE, fraGANTE...

¿Qué? ¿Alguna idea sobre de qué va el post de hoy? Aunque el título lo dice todo...


Efectivamente: hoy hablaremos de Gante, la tercera ciudad más importante de Bélgica. Y esta vez, ¡¡en las fotos salen nuestros anfitriones!!


Entre Brujas y Bruselas, y a media hora de ambas en tren, se encuentra Gante, la capital de Flandes Oriental. Está situada en la confluencia del río Lys y del Escalda. Etimológicamente, el nombre Gante viene de la palabra celta 'ganda', que hace referencia a la convergencia de algo (en este caso, a la convergencia de los dos ríos entre los que esta ciudad se encuentra).



 
He leído que actualmente es la ciudad flamenca con mayor número de edificios históricos, aunque me pareció bastante similar a Brujas. En cualquier caso, Gante ha logrado conservar su glorioso pasado medieval ya que era una de las ciudades más grandes de la Europa Occidental en la Edad Media, y era famosa sobre todo por su industria textil. La verdad que pasear por el centro de Gante es por sí solo, un fiel escaparate de lo que debió de ser la riqueza medieval flamenca.


La torre del campanario o Belfort fue construida en el año 1313, y simboliza la autonomía de la ciudad y el enorme poder de los gremios medievales. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1999. Esto es todo lo que nos acercamos...


 Los numerosos canales que cruzan el centro de la ciudad y fluyen hacia el puerto pasan por la bellísima Graslei. Esta calle tiene unos edificios muy pintorescos y elegantes. Tanto los de Graslei como los de Korenlei representan diferentes estilos arquitectónicos. Sin embargo, forman un conjunto único. Cada fachada refleja un periodo de la historia de la ciudad, recordando a los antiguos gremios que la hicieron rica y famosa.






Con lo guapos que sois y lo poco que os gusta posar en la fotos... ¡Aish!



Otra de sus principales atracciones es el Castillo de los Condes o Gravensteen, construido a finales del siglo XII y ubicado en pleno centro de Gante. En la actualidad se encuentra perfectamente restaurado y todavía conserva a su alrededor el foso defensivo medieval con agua, recreando perfectamente sus orígenes. Lo curioso de esta fortaleza es que, a lo largo de la historia, ha sido residencia de los gobernadores, Casa de la Moneda, prisión e, incluso, fábrica de algodón. Desde lo alto de sus torres se adivina una gran vista panorámica de la ciudad, pero ni nos planteamos subir.





Y junto a este impresionante castillo, descubrimos una placita con varios restaurantes donde comer. Casi todos tenían terracita al sol (que a pesar de que hacía buen tiempo, la temperatura era algo fresca), pero llenas hasta la bandera. Así que nos conformamos con una mesa a la sombra. La verdad es que el sitio, a pesar de servir buena comida, no vamos a recomendárselo a nadie: tardones, torpes, poco amables...


Quizás ahí nos hubieran tratado mejor, ¿verdad Zenon? ;)

Venga, un brindis cervecero. Chin... Oh, wait!! ¿Qué es eso que te has pedido, Zenon? ¿Cerveza rosa?

¡Míralos que guapos y sonrientes! Como se nota que aún estaba la cerveza rosa entera en la mesa...

¿A quién se le ocurre pedir una cerveza rosa? Estaba predestinada a acabar por encima de unos pantalones claros... ¿A qué no adivináis a quién se la tiró por encima el camarero torpón? Menos mal que Minerva se lo tomó así de bien :)

Después de comer (que fue todo un reto, la verdad) nos fuimos a dar una vuelta y a tomar un café. Vimos la iglesia de San Nicolás y la catedral de San Bavón de lejos y el café lo saboreamos un poco más, pero no mucho.







La verdad es que no tuvimos mucho más tiempo para ver o visitar cosas porque a las 18.00 teníamos que coger el tren de vuelta a Bruselas sí o sí... ¡La final de la Champions Barça-Juve nos esperaba! Y a pesar de llegar con bastante tiempo de antelación, acabamos viendo el partido en su casa. Eso sí, nunca olvidaremos que la Quinta la vimos juntos en Bruselas. ¡Força Barça!

 






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