23.6.15

Los cuentistas de Lilarum

El domingo pasado, y gracias al descubrimiento de Noe (¡gracias por el chivatazo!), nos fuimos a la calle Göllnergasse, en el distrito 3. ¿Y qué nos íbamos a encontrar ahí?

Zipi, Zape y Robi, amiguito de Valentina.

En principio, nos habíamos apuntado a ver una simple obra de marionetas, "El príncipe y la trompeta". Pero lo que nos encontramos fue pura magia...

La compañía y el teatro se llama LILARUM y parece ser que existe desde 1997, aunque sólo lleva tres años en Viena. Este teatro de títeres fue fundado por Traude Kossatz y desde entonces, se ha convertido en el teatro para niños más grande de Viena (o eso dicen ellos en su web).  


 


No se ve nada, pero en la foto están Iñigo e Irene...

En cada obra de teatro actúan cinco actores "invisibles", que se encargan de poner voz los títeres y de moverlos y hacerlos bailar al son de la música, exclusivamente compuestas para cada obra que representan. La verdad es que lo hacen con mucha gracia y es sorprendente ver la calidad y cantidad de títeres y escenarios, muy bonitos y cuidados hasta el mínimo detalle.




Además, Lilarum tiene unas 25 producciones diferentes, todas para niños a partir de 3 o 4 años (o de año y poco, que Irene ¡se lo pasó genial!). En su página web explican que en el desarrollo de las obras ponen especial énfasis en la elección de los contenidos. Traude Kossatz, el director artístico, comenta que sus juegos y figuras están basados en la vida de los niños, y que siempre buscan contenidos educativos pertinentes, ofreciendo paralelamente documentación pedagógica que permite a los adultos reflexionar sobre el contenido de la obra con los niños.





Pero no sólo la compañía está genial, el local (o teatrillo) está muy bien también. Un tamaño perfecto para que todos los niños vean bien el escenario, los asientos centrales reservados para ellos (para que ningún adulto les tape la visibilidad), un barecito con bebidas y picoteo vario para la media parte... Me pareció que estaba muy bien montado todo, incluso la decoración era muy diver.















Y no sólo el antes (los nervios de ir al teatro) y el durante de la obra (ver cómo se mueven los títeres, la música, la historia), también el después está muy bien pensado para los pekes. Y es que cuando acaba la representación, los actores salen con los títeres protagonistas para que los niños puedan abrazarlos, hacerse fotos con ellos, acariciarlos... Ya os podéis imaginar el caos que se genera, que por muy austriacos que sean, los niños son niños :)

(Fijaos bien porque en todas las fotos salen caras conocidas: o Ariadna, o Irene, o Valentina, o incluso yo... jeje).


















Valentina intentando aprender a mover a la princesa (jeje más bien le robó el palo al pobre hombre...)
(...y Noe se lo tuvo que devolver, que si no Valentina se lleva un brazo de recuerdo jeje)




¡Qué paciencia, Dios mío! Y aún son capaces de seguir sonriendo...

Hay que decir que se portaron muy bien todos los niños (no así algunas abuelas, que hicieron lo imposible por colarse) y es una experiencia que repetiremos seguro. A ver si la próxima vez me entero de algo más de los diálogos...

Y para cerrar un domingo redondo, y aprovechando que no llovía, acabamos la tarde jugando en el parque. ¿Os imagináis mejor forma de despedir el fin de semana? Ellos no :)












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