Hoy os presento el restaurante Zwölf Apostelkeller (o Doce Apóstoles en castellano), en pleno centro neurálgico de la vida nocturna de Viena y al que fui con mi prima cuando vino de visita. ¿Y qué tiene de especial este sitio?
Situado en el sótano (bueno, en los tres sótanos) de la Hildebrandthaus en pleno distrito 1, este restaurante se trata de un típico Heuriger, pero en medio de la ciudad. Sus tres plantas de sótano de hasta 18 m de profundidad conservan monumentos de la historia, y los orígenes del edificio se remontan al románico y el gótico, e indican que ya existía en 1339.
La mampostería utilizada es característica de los edificios nobles de la época, con bloques de piedra románico, y data de los años 1100. El arquitecto vienés Lucas von Hildebrandt diseñó en 1716 la fachada barroca conservada hasta nuestros días, y hoy en día se trata de un edificio oficial protegido. Desde los años 50, reconocidos artistas, poetas y pintores se han reunido en este establecimiento, dejando que la magia y la atmósfera especial que se respira en estas antiguas bóvedas les inspirara.
Primer nivel de sótano. |
Las primeras escaleras conducen al sótano superior, construído bajo un arco gótico de gran medida. Aquí ya se intuye el ambiente pintoresco y único del lugar. A pesar de que el restaurante tiene una capacidad total de hasta 390 comensales, como hay tantas salas abovedadas diferentes, no te da la sensación de abarrotamiento. Al revés, te permite estar en ambientes que podríamos llamar como íntimos, especialmente en la parte inferior, en el espacio de la bodega, la única parte gótica conservada por completo, conocida como Brunnenstube.
Cuando fuimos nosotras a cenar, sobre las 21.00h (un poco tarde para los estándares de aquí), nos pusieron en una mesita del primer sótano, cerca de una mesa enorme de portugueses. ¡Cómo olvidarnos de ellos! De hecho, uno de ellos nos preguntó qué estudiábamos en la universidad... ¡Angelico! Sin saberlo me echó un piropo que me alegró la noche ;)
Otras escaleras te llevan al segundo sótano. |
Como os podréis imaginar, en la carta se ofrece una amplia selección de platos tradicionales austriacos, así como una amplia carta de vinos. También tengo que decir que, así como el lugar es impresionante y muy bonito, la comida (para mi gusto) no vale nada. Aunque creo que por la cara de Xènia, ella triunfó más que yo eligiendo...
Como os comentaba antes, la situación es inmejorable. Al salir de los Doce Apóstoles puedes irte de marcha al conocido como "triángulo de las Bermudas", donde están todos los bares para ir a tomar algo o salir de fiestuki. El problema es que, como yo no estoy muy ducha en las zonas de marcha, me sonaba que estaba por allí, pero no sabía exactamente donde. Así que decidimos seguir a un grupo de "jóvenes" y entre ellos y un poco de suerte, al final encontramos un garito donde tomarnos unos gintonics, esperando no cruzarnos con el grupo de portugueses de antes.
La fiebre de los gintonics-ensaladas aún (por suerte) no ha llegado a Viena, así que cuando le pregunté al camarero qué gintonics tenían, me miró cómo si yo fuera un marciano y me dijo que sólo tenían Bombay Saphire. Bueno, para un gintonic al año que me tomo, ya me va bien ;)
Como se puede ver, acabamos en el Vulcania. Y como se puede ver, no es lo mismo un selfie (foto de arriba) a que alguien te haga la foto con una buena cámara ;) |
Xen, para la próxima prometo que voy a tener una lista de lugares y bares donde ir a tomar copas ;) Además de contratar un segurata para que vaya apartándote los moscones nocturnos ;p
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