12.3.16

Josefstadt, ¿encantada? de conocerte

El otro día, buscando rutas por la ciudad menos turísticas para llevar a mi prima, descubrí que teníamos varias guías de Viena por casa. En concreto, me fijé en una que ofrecía varios itinerarios por los diferentes Bezirken de la ciudad y que, en principio, prometían. La guía en cuestión es la Guía Visual de El País Aguilar.


Peeeeero (siempre hay uno), lo que prometía ser un bonito paseo por el barrio de Josefstadt resultó ser un poco decepcionante...

Ya os aviso que en este post va a haber un poco de historia, que hace varios posts que no pongo nada ;). El barrio de Josefstadt recibe su nombre del emperados José II. Esta zona, aunque queda un poco fuera del casco antiguo, está bastante cerca del Altes AKH (el campus de la uni, donde voy a mi curso de alemán) y tiene bastante vidilla.

El recorrido que hicimos empezó en el cruce de Lange Gasse con Laudongasse, delante de la escultura de las tres bolas, por la que cada día pasaba sin saber qué era. Ahora, después de descubrir que hay una placa explicativa, ya sé que "la naturaleza puede ser chachi".



A pocos metros de las tres bolas está el Museum für Volkskunde lleno de folclore austríaco, pero que no lo visitamos por falta de tiempo. Lo que sí visitamos fue el parque de Schönborn (que no Schönbrunn), un parque un poquito feúcho que tiene un busto de Leo Gruber del compositor vienés Edmund Eysler. ¿Lo más curioso del parque? Tiene una pista de volei playa. Sí, sí, lo habéis leído bien, volei playa ahí en medio y descubierta.







Siguiendo nuestro recorrido por Lange Gasse, dejando atrás el reducto madrileño que nos cruzamos como veréis en la foto, entramos a ver el patio interior del Alte Backstube, una panadería que existió de 1701 a 1963 y que hoy en día es un restaurante y museo, según recomendación de la guía. Pse. Nada tan espectacular como nos pintaba la guía: "Una de las casas de clase media más bellas de la capital austríaca se levanta en el número 34 de Lange Gasse. (...) Merece la pena echar una ojeada al patio; se trata de una serie de casas de un piso que suponen un raro ejemplo de viviendas de la clase trabajadora vienesa de más de 200 años." 

¿Estará aquí también el Km 0 de las carreteras de Austria?

Para ser "una de las casas de clase media más bellas" de Viena qué queréis que os diga, pues va a ser que no...

Seguimos nuestro recorrido, que nos iba a llevar al número 29 de la misma calle, Lange Gasse. Según El Pais Aguilar, ibamos a encontrar unas casas que "originalmente construidas en el siglo XVIII para los criados y trabajadores, conforman un pintoresco patio que ha cambiado muy poco con los años." Un poco escépticas, pero fuimos porque la foto que muestra la guía tiene su encanto...


Pues no os vais a creer con lo que nos encontramos al llegar... Nos encontramos con un enorme ataque de risa al ver el maravilloso patio conservado tal cual era. Van a tener que rectificar lo de "este patio que ha cambiado poco con los años" porque vaya tela, esto es una remodelación completa en toda regla.


Del chasco del patio llegamos al Teatro Josefstadt, el más antiguo de Viena, fundado en 1788. Aquí se montan espectáculos de ballet y ópera, además de obras de teatro. No es un edificio tan impresionante como el Burgtheater o el Volkstheater, pero bueno, tiene su qué.



No se ve a simple vista, pero yo también salgo en la foto ;)

El itinerario recomendado aún señalaba un punto más en el recorrido: la Maria Treu Kirche, una iglesia fundada en 1698 por la orden de las Escuelas Pías. En la guía se explica que "la bóveda interior fue decorada al fresco con colores brillantes por el pintor austríaco Franz Anton Maulbertsch." Colores brillantes, llamadme quisquillosa, pero me quedé con ese detalle...

Al acercarnos, vimos que había tres puertas: la del medio, que parecía la puerta de entrada, resultó estar cerrada; y las dos puertecillas (una a cada lado) que parecían más bien entradas para trabajadores. Casualidades de la vida, vimos a una mujer que se dirigía a la puerta de la izquierda y esperamos a ver qué pasaba. ¡Pues la puerta se abrió sola! Sí, sí, como en el Corte Inglés; sola, con un sensor de movimiento. ¡Menudo susto, jeje! Asú que, obviamente, la seguimos y entramos.



He aquí la bóveda de "colores brillantes"...
Esta columna barroca, como muchas de las que encuentran por Viena, se levantó en recuerdo de un brote epidémico de peste.
La verdad es que, a pesar de la lluvia y de los pocos aciertos de la guía, acabó siendo una ruta muy divertida. Ya os digo que no creo que la repita, pero al menos ha servido para escribir un nuevo post. ¡No hay mal que por bien no venga!


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